El bruxismo se contempla como una patología de etiología multifactorial, obedeciendo a tres causas diferentes: oclusal, emocional y central. Por lo cual es necesario hacer una buena historia clínica.
Según el momento en que ocurra se han descrito dos tipos de bruxismo: el bruxismo del sueño, que se presenta durante la noche, y el bruxismo de la vigilia, que se manifiesta en cualquier momento del día mientras estamos despiertos. Hay pacientes que presentan ambos tipos.
Por la noche, durante el sueño, el problema es más grave, ya que el paciente no es consciente de su acción y, por lo tanto, es más difícil de controlar. Sin embargo, incluso estando despiertos, muchas personas tampoco se dan cuenta de que lo están haciendo, y puede ser que los que le rodean sean quien le adviertan de ello.
Se dice que el Bruxismo es una “Patología Silenciosa “por la dificultad que entraña ser detectada en las primeras fases.
Muchos pacientes bruxistas no se dan cuenta del trastorno y el diagnóstico se produce durante una revisión dental rutinaria, o cuando el paciente acude a la consulta ante un dolor repetitivo en la cara y en el cuello. En otras ocasiones, es alguna persona del entorno quien detecta que al dormir hace ruido debido a que “rechina los dientes”.
Además del visible desgaste para nuestros dientes, se identifican otras sintomatologías asociadas: cefaleas, tensión muscular en el cuello, contracturas en la espalda y dolor en la articulación temporomandibular (articulación que une la mandíbula con el cráneo)
El bruxismo genera un desgaste de las superficies oclusales tanto a nivel de los dientes anteriores como a nivel de las cúspides de los premolares y molares. El desgaste es inicialmente en el esmalte, pero en su avance llegará a la dentina.
Con el tiempo puede provocar un desgaste tal que, en caso de los molares posteriores, la pérdida de altura de los mismos puede dar como resultado una disminución de la Dimensión Vertical, es decir, de la altura del tercio inferior facial, con las implicaciones estéticas y funcionales consecuentes.
Con el desgaste de las superficies dentarías y pérdida del esmalte, habrá una mayor sensibilidad de los dientes al frío y al calor.
Se produce una sobrecarga de la articulación témporo-mandibular. Hay que tener en cuenta que a este nivel existen una serie de estructuras vecinas nerviosas y musculares que darán como consecuencia molestias a distancia como: dolor de oído, cefalea, dolor en los músculos maseteros y temporales, contracturas antiálgicas a nivel cervical he incluso dorsal.
Pueden ser elaboradas por una impresión con moldes o de manera digital.Aunque no solucionan el problema etiólogico, estos dispositivos actúan por un lado como intermediarios entre los dientes, reduciendo así el desgaste dental y por otro, alivian las sobrecargas en ATM al intentar conseguir una posición mandibular que relacione la articulación temporomandibular (ATM), los músculos masticatorios y la mordida, de una manera equilibrada y que se logre de esta manera relajar el sistema masticatorio.
Dependiendo del daño ocurrido, se harán reconstrucciones dentales basados en la odontología adhesiva: composites, incrustaciones etc. En casos de bruxismo más avanzado, en los que existe un importante desgaste dental y una disminución de la dimensión vertical que afecta a la articulación tempomandibular, se recomienda hacer una rehabilitación protésica que recupere la dimensión vertical perdida y la posición articular idónea de la ATM.